JUAN GELMAN, UN RECUERDO

17 enero, 2017 




“En el miedo a la muerte la muerte no vale la pena. Los afligidos no interesan, ni los tullidos por amor, ni el portentoso ingenio de un verano. Importa la luz recibida en forma de entrañas para verse. La sensación del cuerpo que termina no vive en rincón cerrado, crea su doble en estaciones impalpables y las alícuotas de pena sin notario. Una calandria ordena el fracaso de un fósforo apagado”(Poema CXLII, del libro Hoy, 2013)
Vivian Palmbaum/El Furgón – Fue el tercer aniversario de la muerte de Juan Gelman, el gran poeta y escritor de la lengua española,   militante comprometido con la realidad de su época. Falleció en México el 14 de enero de 2014. Había hecho su último viaje a la Argentina en agosto de 2013, para presentar su libro Hoy, lo que luego reconocí como una despedida de un espacio de poesía que él dirigía y coordinaba, junto a sus colaboradores.
Un recuerdo
Lo primero que recuerdo del encuentro con el maestro Juan Gelman es que me pareció que se le estaba cayendo el pelo. Unas plateadas, cortas y finas hebras surcaban y se destacaban en la alfombra, en las mangas de su pullover: un detalle insignificante.

A fines de agosto de 2013 se produjo el encuentro organizado de manera casi sorpresiva, dirigido con exclusividad para los participantes del taller; hubo otros donde la convocatoria fue amplia y anticipada. Una mesa ovalada, en la rectoría de la UNSAM, en donde compartimos miradas y un diálogo, donde el  maestro nos sorprendió estrechando nuestras manos cuando llegábamos al lugar. En el taller participaban de manera virtual más de 100 personas de distintos lugares. Una compañera de Formosa, que estaba de paso por Buenos Aires, hizo suyo el refrán “Dios atiende en Buenos Aires” con una gran alegría.
El poeta organizó durante cinco ediciones, un taller virtual de poesía al que le había dado el nombre de Paco Urondo, en homenaje a su inolvidable amigo y compañero, con el auspicio de la Universidad de San Martín. Una experiencia inigualable donde el tiempo tomaba la dimensión de la pausa, el pensamiento, la reflexión y la escritura.
Encuentro
Gelman contó que seleccionaba personalmente a los autores, las temáticas y las poesías que proponía en el taller, y que luego era moderado por sus colaboradores. Un  intercambio fluido de palabras se produjo entre nosotros, en donde nos asombró con una definición conceptual: “Los autores seleccionados ya no están vivos, ya que la lengua es la lengua en movimiento, se va enriqueciendo, y cuando un autor ya no está vivo se puede tomar contacto con lo definitivo de su abordaje de la lengua”.
Luego dio algunas precisiones respecto a los autores españoles antiguos propuestos, como por ejemplo Sor Juana, que tenía por finalidad acercarnos a la tradición que está presente en la lengua.  Al respecto se refirió: “Toda poesía viene de una tradición que está presente en la lengua”, y agregó: “La lengua evoluciona”.
No estuvo ausente la ineludible relación entre la ideología y la producción poética, del cual el maestro es un gran exponente. Gelman ya nos había confrontado, de manera deliberada, con poetas como Lugones y Roque Dalton. Fue bastante categórico cuando expresó algo que parecía tener muy bien elaborado: “La ideología no ocupa un gran lugar en la historia del poema”, dijo. Leopoldo Lugones parece ser un claro exponente de ello. Alejaba así la idea de manera explícita: “Ideología y composición poética tienen poco que ver”.
Hoy
En este encuentro  fueron casi conmovedoras las alusiones repetidas a su hijo Marcelo, a quien se refería con gran sentido del humor: “Mi hijo Marcelo decía que el mejor estado del matrimonio es la viudez, aunque el muerto sea uno”. Esa presencia era para hacerlo sonreír. Había venido a Buenos Aires a presentar su último libro Hoy, dedicado a su hijo.
Entre comentarios, risas y gestos de cordialidad, el maestro abordó diferentes cuestiones, entre ellas sobre el oficio del poeta: “No hay una experiencia que lo permita, sino la facilidad para encontrar las palabras”. Y afirmó: “La dificultad para encontrar la propia voz, eso lleva toda la vida. Lo que uno busca es el propio camino, lo que uno es… es con la lengua”.
Vivir intensamente
Periodista, escritor, poeta, militante donde comprometía la palabra con la acción a cada paso de distintas maneras. Tal como afirmó en este encuentro, en general la ideología no tiene un gran lugar en la historia del poema, y su caso fue más cercano a Dalton que a Lugones.
Gelman se radicó en México luego del exilio al que lo llevó su militancia, la desaparición de su hijo, su nuera y su nieta, que finalmente encontró luego de su incansable búsqueda. En México encontró un lugar donde afincarse, cuando tenía prohibida la entrada al país, por una absurda interdicción judicial.  Alguna vez afirmó que “el país de uno es antes de perderlo, antes de volvérsele duro, agreste. En todo caso sé que nada de lo escrito en el exilio está apartado del país, siempre estuvo lleno del país. Lo sigue estando. En realidad, es imposible sacar los pies fuera del alma del país. En el exilio escribí nueve libros de poesía y siempre la temática es el país, es la Argentina… La temática es la reflexión sobre esa derrota, que es el origen del exilio. Más que reflexión sobre el exilio es reflexión del proceso que condujo al exilio”.
Y prosiguió: “Para los griegos, el destierro era un castigo duro, peor que la muerte. No sé si es exactamente así, pero sin embargo usted lo está sintiendo… La nostalgia de un país no es la nostalgia de los lugares que existen, no, las calles. Esos lugares físicos están llenos de la historia personal. La nostalgia del país en el exilio son muchas cosas: la época en que no nos habían derrotado, en que se podía creer en las luchas populares”.
Sobre el mismo tema, Gelman apuntó: “Mi exilio terminó. No tengo ningún problema de tipo administrativo, judicial o policial para volver. El hecho de vivir en México es una elección. México es un extraordinario país, con una textura social mucho más flexible que la Argentina. Allí me siento un extranjero y efectivamente lo soy. Se produce una situación de extranjería que está bien. Ahora, sentirse extranjero en el país natal es insoportable. Todos los exiliados conocen lo doloroso del exilio. A nadie le gusta que lo echen de su tierra, mucho menos cuando los que te echan son militares. Pero también hay otra forma de exilio: el interior. La cantidad creciente de analfabetos que hay en la Argentina muestra a los exiliados de la educación. Los que no tienen para comprarse un remedio, para ir al médico, son exiliados de la sanidad. Los que cobran una miseria son exiliados de un supuesto desarrollo”.
Hasta luego
Tuve una gran oportunidad de agradecerle su generosidad. Poco tiempo después, a mediados de septiembre de 2013, nos llegaron unas líneas inesperadas. Gelman nos decía que no podía continuar con el taller porque tenía problemas de salud y se despedía diciendo “pero no les digo adiós, les digo hasta luego (siempre me gustó ese bolero)”.
Unos meses después los diarios dieron la noticia de su muerte, su enfermedad previa.
Sus cenizas, como sus pelos, volaron al viento, porque la lengua que hablamos está en el aire, está viva, ya que porta los trozos de nuestras tradiciones.

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