El faro de la libertad
El periodista y escritor recibió a AL MARGEN en su casa
del barrio de Belgrano, Ciudad de Buenos Aires. Allí habló sobre las cosas que
definen su historia y su legado: la Patagonia, el anarquismo, el derecho a la
tierra, los trabajadores, y el periodismo. Una charla mano a mano con uno de
los intelectuales más lúcidos del país.
Entrevista: Vivian PalmbaumRedacción: Equipo Buenos Aires (Francisco Farina, Luis Zarranz y Vivian Palmbaum)
Fotos: Daniel H. Geada
Hoy es el día. En
unas horas estaré junto a Osvaldo Bayer.
La entrevista estaba
pactada para las 19.30, pero ayer me avisó que necesitaba adelantarla a las
18.45 porque luego debe irse: tengo, entonces, unos minutos menos, y más adrenalina.
Termino de atender
pacientes –también soy psicóloga– y salto adentro de un taxi para llegar a
horario. Había pensado repasar las preguntas anotadas, pero el taxista no me da
respiro con su constante parloteo. Arribo dos minutos antes de la hora indicada
y el fotógrafo me está esperando.
Alivio.
Los dos minutos se
escurren como agua entre los dedos, así que ya entramos en el pequeño mundo
Bayer. Nos recibe una versión de Osvaldo rejuvenecida: su hijo. Con mucha
amabilidad, nos indica que pasemos al fondo. La casa es una biblioteca gigante
en donde queda poco lugar porque está todo tapado de libros: las paredes, las mesas,
las sillas. Es una vivienda tipo chorizo –características de la década del 40
en Buenos Aires– con las habitaciones una a continuación de la otra y una
galería lateral que está techada (aunque cada tanto alguna gota de lluvia se
filtra y se hace visible entre nosotros).
Lo que los libros dejan
ver es una casa antigua. Hay una sala, un dormitorio a continuación, un baño y
la cocina. En la galería, más libros, bibliotecas, afiches de los eventos en
los que participó el dueño de casa y, más allá, una pequeña mesa con un mantel
azul, que parece se usa para comer, sobre la que hay apoyados… libros. Detrás,
otra mesa más amplia, también con libros y material de lectura.
Ni bien nos
saludamos, Osvaldo me ofrece una silla en primer lugar, y luego un vaso de whisky,
que lamentablemente no pude aceptar.
No hay mucho tiempo
porque se tiene que ir a show de tango: no a bailarlo, sino a la presentación con
el Quinteto Negro de La Boca, orquesta con la que creó una serie de tangos
libertarios: a los 88 años su vitalidad da envidia.
Estoy nerviosa, pero creo que no se nota
mucho. No tengo más remedio que empezar a preguntar.
Ahí voy:
-Si le tuviera que contar a una persona quién es Osvaldo
Bayer ¿Qué le diría? ¿Cómo se definiría?
Bayer: -Soy escritor y
periodista, nada más.
-Ni nada menos.
Bayer se ríe con mi
comentario. Le pregunto cuáles fueron los primeros temas sobre los que trabajó
como periodista. Me dice: “Los niños de las villas de emergencia”. Me explica
porque: “De alguna manera siempre fui militante. Se debe a que mi padre nos
crió desde niños con esa idea: mi padre era socialista y nos crió en esa teoría
del socialismo”.
-¿Se autodefine como anarquista?
B: -Yo llegué a ser un libertario, un
socialista libertario. No me gusta la palabra “anarquista” porque se puede
confundir mucho, en cambio “socialista libertario”, que es lo mismo me gusta
más: un socialismo en libertad, jamás una dictadura del proletariado ni de
cualquier tipo.
-La palabra “dictadura” la dejamos de lado…
Bayer vuelve a
sonreír y asentir con gestos.
El Sur también existe
-Esta entrevista es para una revista de la Patagonia y
por eso es imposible no hacer referencia a uno de sus escritos más importantes,
“La Patagonia Rebelde”. ¿Qué vigencia tiene hoy?
B: -Sigue teniendo mucha vigencia: la
película sigue dándose después de tantos años, me invitan de todos lados, principalmente
de la Patagonia. Siempre hemos visitado las tumbas masivas, hemos marcado bien
ese lugar y ahora hay fuerzas en Santa Cruz que lo cuidan y están haciendo
monumentos recordativos. Hemos llegado a tanto que Facón Grande, el gaucho
entrerriano que dirigió las huelgas masivas en la parte norte de Santa Cruz,
hoy tiene un monumento precioso en Rio Gallegos.
-“La Patagonia Rebelde” parece encarnar un conflicto muy
actual: la disputa por la tierra.
B: Creo que sigue teniendo gran vigencia
y mientras no se haga justicia estará siempre ese conflicto. La situación de la
tierra está igual: con grandes latifundios y habitantes que no tienen tierra en
donde vivir.
¿Por qué no se puede remover la estatua de Julio Roca del
Centro Cívico de Bariloche?
B: -Es increíble que la población de
Bariloche no lo haya conseguido, evidentemente es muy conservadora. Lo mismo
acá en Buenos Aires, Macri se ha negado rotundamente a tocar el monumento a
Roca a pesar de las grandes manifestaciones que hemos hecho. Como tiene mayoría,
se ha opuesto al proyecto que fue de la minoría.
-Últimamente hubo grandes incendios forestales en el Sur
¿Qué piensa al respecto?
B: Hay que cuidar los bosques, hay que
poner custodios para que no ocurra porque en muchos casos son intencionales,
hay que poner guardias para cuidar todo eso porque es el pulmón del país.
-A partir de la película Awka Liwen –(en mapuche, Rebelde Amanecer) en la que
usted participó en el guión y que trata sobre la evolución de la tenencia y
propiedad de la tierra en Argentina–
la familia Martínez de Hoz le inició un juicio. ¿En qué situación se encuentra
la causa?
B: La familia Martínez de Hoz nos inició
juicio hace más de dos años y no se ha producido ninguna novedad, por lo que
creemos que lo han abandonado. La acusación sostiene que le hemos faltado el
respeto a la familia, pero de ninguna manera: nosotros dijimos la verdad, está
todo demostrado en la película.
Formas de lucha
-Osvaldo, usted es parte de una generación que tomó la
opción por las armas. ¿Qué piensa sobre
esta metodología de lucha?
B: -Estuve en contra de los movimientos
que usaron armas, porque creo que en el socialismo en libertad y que hay que
convencer con las ideas y con el ejemplo.
De cualquier manera considero grandes a muchos de mis amigos como
Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Paco Urondo. Ellos fueron verdaderos héroes y fueron
compañeros en la profesión. Con Haroldo me unía una amistad porque era escritor;
con Paco trabajé muchos años en el diario Clarín: el escritorio de él estaba al
lado del mío; con Rodolfo fui muy pero muy amigo y nos encontrábamos casi siempre
y conversábamos largamente. Laboralmente sólo coincidimos en la revista Crisis,
pero realmente teníamos una amistad.
Entre todas las
luchas que ha dado, hay una en la que Osvaldo es particularmente reconocido
como referente: sacar al genocida Roca de monumentos y estatuas. En Buenos
Aires, el monumento más grande del país es un reconocimiento a Roca sobre la
Diagonal Sur que lleva su nombre. Bayer quiere sacarlo y reemplazarlo por un
monumento a la Mujer Originaria, en el que trabaja el escultor Andrés Zerneri.
-¿Qué mujeres cree que no han sido rescatas por la historia?
B: -Nosotros queremos retirar el
monumento a Roca y que ahí se instale el cuerpo de la mujer de los pueblos
originarios, porque en su cuerpo se crió el criollo que fue el soldado de nuestra
independencia, y es evidente como sufrió esa mujer, después de la “Campaña del Desierto”
cuando fue obligada a la esclavitud. A nosotros nunca se nos enseñó en la
escuela que Avellaneda y Roca restablecieron la esclavitud en la Argentina. Se
puede leer en los periódicos de la época: “Hoy entrega de indios. A toda
familia que los requiera se le dará un indio como peón, una china”. Usaban ese
término despectivo. Se impuso la esclavitud de los niños indígenas, está en los
diarios de la época cuando se repartían los niños indígenas en las plazas, el
dolor de las madres cuando eran separadas de sus hijos: nadie lo puede negar. A
pesar de esto, Roca tiene el monumento más grande. Nosotros cantamos en nuestro
himno nacional desde 1913 “Ved en trono a la noble igualdad, libertad,
libertad, libertad”. La llegada a la igualdad de todos pero en libertad: ése es
mi principio. En cambio Roca hizo todo ese crimen atroz, y Avellaneda, el
presidente de entonces, es más culpable todavía.
Le cuento a Bayer
que hace poco leí un libro sobre los indios Yaquis de México en donde se
describen las políticas de exterminio, exilio y cómo fueron borrados del mapa
de manera casi idéntica al genocidio argentino con los pueblos originarios. Le
digo que parecer ser que hay un patrón muy similar de tratamiento.
Osvaldo coincide y
se interesa por mi lectura. Luego, toma el café que le habían traído, antes de que
se le enfríe. Está impecablemente vestido: camisa celeste –se nota que está
recién planchada– sobre la que se derrama una gotita de café rebelde, que se
filtra entre el vaso y la boca y le va a dejar una marca.
Periodismo, obreros y gobierno
-¿Cómo evalúa la situación del periodismo a partir de la
antinomia que existe actualmente?
B: Creo que en el periodismo no hay
democracia, porque la verdadera democracia sería que todos los medios
pertenezcan a cooperativas de periodistas y no a grandes empresas. Acá los
grandes diarios corresponden a grandes empresas y dan solamente las versiones
que les convienen. Verdadera democracia tendría que ser que los profesionales
tengan los diarios y den la información de todos los sectores al mismo tiempo.
Vamos a seguir luchando por esto.
¿Qué opina de la división de periodistas K y anti K?
B: Es lo de siempre. Son los que quieren
ligar prebendas y los que quieren prebendas en el futuro.
¿Qué es la comunicación popular para usted?
B: Debe ser la comunicación para todos, que
estén informados todos. También que tengan oportunidad de aparecer en la
información los diversos sectores. La información de las bases es lo esencial y
no si un Ministro se fue a Canadá vestido de civil o militar: eso no interesa
tanto, sino la vida de los pueblos y sus intereses, la situación de la niñez,
de la pobreza. Todo esto debería estar en nuestros medios y no está.
El gobierno afirma que ésta ha sido una “década ganada”.
¿Está de acuerdo con esta afirmación?
B: Se han hecho cosas positivas, como el
juzgamiento de los militares. Tengo 88 años y es la primera vez que veo morir a
un dictador en una cárcel común, como Videla. Soporté trece dictadores
militares y todos murieron en las camas de sus residencias, vestidos con el
uniforme de general. Esto ya es un hecho positivo. Pero fuera de eso hay mucha
corrupción.
Hace poco se conmemoró otro Día del Trabajador. ¿Qué podría
decir de la condición del trabajador en Argentina y en el mundo?
B: Hay mucha corrupción. Los obreros
tendrían que estar representados por gente que trabaja y no por gente que hace veinte
años que es gremialista. Seguir el ejemplo de los anarquistas de antes, donde
todos los dirigentes trabajaban y después del trabajo iban a ser dirigentes
sindicales, en las asambleas, todo se resolvía en asamblea. Ahora vemos que son
todos profesionales del sindicalismo, todos con sus autos último modelo.
Tenemos que volver a los tiempos de antes.
A propósito, le
comento sobre la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP),
una organización gremial representativa de los trabajadores de la economía
popular y sus familias, donde coexisten distintas filiaciones políticas. Le
cuento cómo está compuesta y la necesidad de los trabajadores de la economía
popular de ser reconocidos como tales. Bayer me presta atención y luego me
dice: “Eso parece una verdadera democracia”.
El tiempo se
extingue y para hacérmelo saber me cuenta que se tiene que ir al show de tango.
Luego, me dice que en los próximos días va a volver a Alemania, porque su mujer
está enferma y no quiere dejarla sola.
Salgo y siento el
sabor a poco que me dejó el placer por esos minutos de charla.
El tiempo siempre
es escaso y se nos escurre. La esclavitud del reloj es siempre feroz y opresiva,
pero las personas como Osvaldo Bayer pueden vencerlo porque su legado no tiene
fecha de vencimiento.
- La Patagonia rebelde y tangos libertarios
Entre varios libros representativos de su autoría, La Patagonia Rebelde es uno de los más
emblemáticos de Osvaldo Bayer. Fue dividido en cuatro tomos y escrito entre
1972 y 1974. Tal como recuerda Bayer en el prologo de una de sus ediciones, el
libro se convirtió en bibliografía obligatoria en los colegios secundarios, a
partir de una ley votada por la legislatura de Rio Gallegos que posteriormente fue
vetada por el gobernador Arturo Puricelli.
El libro inspiró la película, dirigida por Héctor Olivera
y protagonizada por Héctor Alterio, Luis Brandoni, Federico Luppi y Pepe
Soriano. El film fue escrito por Olivera, Fernando Ayala y Osvaldo Bayer, basada
en su libro.
Esos textos que relatan la masacre de los peones rurales
asesinados en 1921 por el Tte. Cnel. Héctor Varela, enviado por el entonces presidente
Hipólito Yrigoyen, son la base de una suerte de ópera-tango llamada “Tangos libertarios”.
Se trata de una obra conceptual de once temas originales, la mayoría
compuestos por Osvaldo Bayer y la orquesta “Quinteto Negro La Boca”, que giran
alrededor de la historia del anarquismo.
El 23 de abril hicieron su primera presentación en el
Centro Cultural Torcuato Tasso –frente al emblemático Parque Lezama, corazón de
San Telmo, centro histórico de la Ciudad de Buenos Aires–. Las primeras
presentaciones contaron con la presencia de Osvaldo Bayer.
- Yaquis y nuestros pueblos originarios: un denominador común
Paco Ignacio Taibo II es el autor del libro que
transcurre en la segunda mitad del siglo XIX y que relata la historia de un
pueblo nativo del noroeste de México, en el límite con EE.UU.: los Yaquis, que
fueron perseguidos, expulsados y exterminados para apropiarse de sus tierras y
favorecer los negocios con la tierra.
Osvaldo Bayer es quien mejor ha relatado los hechos
históricos del exterminio de los pueblos originarios que llevó adelante el
Gral. Roca en la llamada “Conquista del Desierto” (1878) y que permitió la
apropiación de grandes extensiones territoriales y consolidó el latifundio.
Un paradigma que parece haberse puesto en marcha con
asombrosa precisión en distintas latitudes del continente americano casi en
simultáneo y que perseguía los mismos fines: apropiación de tierras, exterminio
de los legítimos poseedores, transferencia territorial en pocas manos, negocios
privados.
La historia de la desigualdad en nuestro continente
parece responder a los mismos intereses con los que en el mundo se han
organizado los poderes dominantes para oprimir y explotar a las mayorías.
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